Por Verónica Martínez Vielma 

Hoy más que nunca quiero escribirles a ustedes mis amigas y amigos lectores, y más que un artículo de opinión es, un mensaje para todos ustedes que en estos meses me han demostrado su cariño y respeto hacia mi persona.

Quiero desearles felices fiestas de navidad y año nuevo, que la pasen en compañía de sus familias y seres queridos, y decirles que aquí tienen a una amiga de corazón cercana a ustedes.

Deseo que su vida este llena de amor propio, pero sobre de todo de un inmenso amor a Dios, que en su vida tengan proyectos, metas, sueños que cumplir, una vida llena de felicidad.

La humanidad nunca se imaginó que abrazar o estrechar entre sus brazos a nuestros seres queridos sería algo que podía acabar con la vida de ese ser amado, nos vimos aun más en la necesidad de echar mano de las tecnologías para comunicarnos con nuestra familia y amigos, para trabajar, para estudiar, para comunicarse con el mundo.

A dos años de la pandemia, el VIRUS más mortal y contagioso del mundo, llego para quedarse y nos dio de la manera más cruda y dolorosa la lección que nunca hubiera aprendido la humanidad, nos dio la lección que un día estamos y al día siguiente puede ser que no sea así, nos enseñó que no importa cuánto dinero se tenga o cuanta carencia tengas, un día la vida se termina y no hay nada que hacer.

Nos enseñó que somos invitados de este planeta y que no tenemos el derecho de hacerle daño, y mucho menos de hacerle daño a las especies que viven en nuestra casa llamado planeta tierra, nos enseñó que somos unas personas tal vulnerables, pero a la vez nos hemos vuelto arrogantes.

Abramos los ojos y respetémonos, promoviendo una cultura de paz y armonía entre nosotros como seres humanos, recordemos que todos somos iguales y merecemos un trato digno y decoroso.

Les deseo que este 2022 sea un año donde se materialice todos sus proyectos y, si ya lo están haciendo que sigan con fuerza y coraje para no rendirse, la vida no es fácil, pero si es hermosa.

Felices fiestas, Dios los bendiga mucho y nunca dejen de sonreír.

 

  • La autora del artículo de opinión es abogada y defensora de derechos humanos.

 

Por Génesis

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