Carnaval de Yautepec

Por Miguel Ángel Alarcón Urbán

 

De acuerdo con el Cronista Valentín López González, el Carnaval de Yautepec inicio en el año de 1880, a iniciativa de los hermanos Cesáreo y Ángel Montes de Oca.

En el Barrio del Tepehuaje, hoy Cerro del Tenayo o Col. 24 de febrero, con la primer comparsa llamada “El Capricho”. Influenciado por los de Tlayacapan y Tepoztlán, de los grandes y tradicionales carnavales es el único que se realiza el primer viernes después del miércoles de ceniza, es decir, dentro de la cuaresma.

Hasta hace unas décadas, se organizaba solo con la participación de las comparsas y los vecinos de los barrios principales: San Juan, Santiago, Rancho Nuevo e Ixtlahuacan, a los que se agregaron las colonias Cajigal, Buenavista, Zaragoza, Altamirano. Carnavales de Tepoztlán, Tlayacapan y en Jiutepec, y en casi todos los pueblos de Morelos los gobiernos municipales y asociaciones de comerciantes llamados “carnavaleros” quienes desempeñan un papel determinante en la organización, comercialización y turistifiación de la fiesta.

Este carnaval se distingue por los siguientes elementos: “El desfile de los niños” hoy llamado “Carnavalito”; “Las viudas de Juan Carnaval”, un cortejo fúnebre de hombres disfrazados de mujeres exuberantes que desfilan para el entierro del mal humor que en realidad es tirado al rio Yautepec, y de manera posterior se da la lectura del “Testamento de Juan Carnaval”, un ejercicio de sátira popular y política; los bailes populares se llevan a cabo por las noches con grupos, orquestas, danzoneras y artistas de diversos géneros; el teatro del pueblo con la presencia de agrupaciones artísticas locales; y finalmente el Desfile y Concurso de trajes de Chinelos, que se realizan el domingo de Carnaval.

Yautepec posee dos trajes de Chinelo. Uno es el tradicional casi en extinción –que es similar al de Tepoztlán pero con chapetones estoperoles, colgantes y figuras prehispánicas de lentejuelas, chaquira y canutillo, bordados en la túnica de terciopelo en colores vino y negro. No es inusual que el traje, volantón y sombrero lleven luces seriadas, influencia de finales de los años 70 y principios de los años 80.

El otro traje, el de mayor impacto visual y que más ha influenciado a nivel nacional e internacional, es el llamado traje de Chinelo barroco, por su saturación visual en términos figurativos y de colorido logrado a base de los materiales empleados para su confección. Su evolución es el resultado de un precursor, Federico Palacios en 1961, y de un innovador, Adrián Guzmán Jiménez en 1980. Los elementos que lo integran son exactamente los mismos pero siempre más estridentes por su explosivo y vistoso colorido. La variación está en su manufactura, harto complicada por lo elaborado de sus figuras prehispánicas que van montadas a la túnica y diseñadas en los colgantes de las mangas y del sombrero. Los hay bordados en chaquira y en lentejuela, detallados con canutillo.

Datos biográficos: Historiador Gustavo Garibay López.
Fotografías: Archivo Fernando Soto, Chinelos Magicos AGJ y David Lopez

Cronista Miguel Ángel Alarcón Urbán

Por Génesis

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