Elecciones, para que sirven 4
Legitimidad de consensos clientelares
Por Ing. Óscar Sergio Hernández Benítez
Si bien la legitimidad generalmente se ha referido al estado, es decir, la autoridad ejecutiva de un país, un estado, dado su contenido de consenso obligado, también se puede aplicar a otros espacios públicos en cierto sentido.. No es común decir diputado, magistrado o senador legítimos.
Para nuestro efecto diremos que un primer nivel de legitimidad tiene que ver con que al interior de un partido político los candidatos que presente a una elección constitucional, lo sean por tener el más elevado grado de consenso entre sus competidores. Es posible hablar así, independientemente, de si el método utilizado para elegir sus candidatos es mediante una elección o designación.
Hubo un tiempo, en que luchando por la libertad política se alinearon las agendas de los partidos políticos para garantizar la celebración de elecciones razonablemente limpias y libres. A esta agenda se sumaron también diversos sectores de la sociedad. Fueron los tiempos de la transición, principalmente la última década del siglo y la primera de este. El debate no solo se circunscribió a las elecciones sino a la formación de un nuevo sistema de instituciones democráticas que abonarán al bien del país, atendiendo a la resolución de los “problemas nacionales”. Una ola de entusiasmo sociopolítico participativo se respiraba en el ambiente. Fue creciendo también la oportunidad de los ciudadanos de alcanzar espacios de poder y con ella la aparición del vicio del que adolece nuestra adolescente democracia: sistema clientelar (compra y manipulación de conciencias) de acceso al poder, tanto al interior de los partidos ( el negocio político) como a los cargos de elección popular o de designación. Un clientelismo monetizado sustituyó al viejo corporativismo construido por el PRI- Gobierno.
De esta manera, la legitimidad en poco tiempo quedó cuestionada, mejor dicho quedó en condiciones de ser comprada bajo este nuevo sistema. Cualquier actor político desde un cargo de elección popular puede ir amasando “capital político”, práctica que se volvió popular para identificarse como líder social o político y ofrecerlo como fuerza al interior de un partido o para una elección constitucional.
Pura “voluntad de poder” en palabras de Nietzsche. Vaciamiento real y extendido de la política de cualquier principio o sentido moral y ético. Política esencialmente utilitaria y pragmática.