Por Miguel Ángel Alarcón Urbán
El año de 1994 fue el inicio de un gobierno en el Estado de Morelos, que se habría de complicar cuatro años más tarde. La gran alianza fue el slogan del gobierno de Jorge Carrillo Olea y muchos personajes llegarían con él, desde viejos amigos como Jesús Miyazawa hasta la curadora de arte, Mercedes Iturbe Arguelles.
Ese gobierno fue resultado del voto ciudadano, que por última vez favoreció al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El general retirado, Jorge Carrillo Olea, considerado como el hijo predilecto de Jojutla, habría de enfrentar los ataques sistemáticos orquestados desde la cúpula del poder encabezada por Ernesto Zedillo Ponce de León, un presidente de la República que entregaría el poder por primera vez en su historia al Partido Acción Nacional.
Aún y cuando el PRI en Morelos obtenía el famoso “carro completo” el gobierno del general, enfrentaría una serie de ataques por todos lados y todo el gabinete sufriría el odio implacable del Zedillato.
Hombres como Guillermo Malo Velasco brazo derecho del General, y su lealtad a toda prueba fue uno de los que más sufrió con el golpe a Carrillo Olea.
En Yautepec, mi padre Miguel Ángel Alarcón Rojas, ganaba la presidencia municipal con una trayectoria profesional de éxito, esfuerzo, valentía, nobleza, carácter y honradez.
Él, al igual que otros alcaldes morelenses, serian fieles a un hombre que hoy sigue siendo un ejemplo de honradez y principios, de ahí que estas líneas sean un homenaje a Don Jorge Carrillo Olea.
En esos tiempos de muchos sobresaltos políticos en el estado, no olvidemos el caso del club de golf en Tepoztlán, cuando una buena intención de generar mejores condiciones económicas y sociales para ese municipio y todo el estado, por asuntos de ideologías y lucha política interna, se vino abajo toda una estrategia de desarrollo que ya nunca se concretó, y se destruyó gran parte de la viabilidad de un gobierno estatal lleno de buenos y grandes proyectos.
Pero lamentablemente, JCO al final fue derrotado por intereses mezquinos de un Presidente y grupos políticos ligados a sus enemigos, entre ellos Graco Ramírez y otros actores políticos que tomaron ventaja y relevancia para hacerse del poder años más tarde.
Estos mercenarios de la política, con Graco a la cabeza, habrían de tener para Morelos una muy destructiva era de corrupción y violencia nunca antes vista.
Obviamente no todo fue culpa de terceros, también hubo, poca o muy mala negociación política con los partidos. La desatención a muchos ciudadanos alarmados y víctimas de los secuestros.
También faltó sensibilidad para encauzar y atender muchos reclamos de esa índole que debieron atenderse de inmediato. Se tuvo un procurador omiso y poco efectivo para resolver esos temas. Un jefe de la policía, Miyazawa rebasado por la criminalidad dentro y fuera de su ámbito de control.
Hubo poca corrupción gubernamental, pero faltó una estrategia de contención y acuerdos políticos, que abrieron el camino para los nefastos planes para derrocar a Carrillo Olea.
Serían Jorge Morales Barud y Jorge Arturo García Rubí, quienes cubrieron los dos años del gobierno de un hombre al que hoy debemos recordar con cariño y admiración, aun y cuando no se le reconozca la valentía que tuvo para enfrentar a un presidente traidor a los mexicanos como fue en su momento Ernesto Zedillo.