JESÚS OLVIDADO
Por: Berenice Cano y Velia Duarte
Con el paso del tiempo las cosas cambian y las costumbres también, y así poco a poco se fue olvidando el verdadero significado de la Semana Santa o la Semana Mayor como también se le dice.
La Semana Santa eran días de guardar, los niños no jugaban ni hacían mucho ruido, no se oía música y se acompañaban a nuestras madres a la iglesia y todos muy bien portados.
En esos días no se comía carne, pero la comida era una verdadera delicia, como el pipían con torrejas de calabaza, el pescado frito o caldo de pescado y no podía faltar la rica capirotada.
El sábado de Gloria en cada barrio eran las quemas de Judas y se ponía el palo encebado. Actualmente, estos días santos es para vacacionar; las playas y todos los centros turísticos están colmados de paseantes.
Con el tiempo se ha olvidado la venida de Jesús y su significado, no solo en la Semana Mayor, sino en la vida diaria. Ahí tenemos un vaticano que vive en una riqueza que ofende, con sacerdotes que, valiéndose de su cargo, han violado niñas y niños; y no están de lado de los pobres sino de la gente pudiente.
Y qué decir de los judíos que se quieren apoderar de todo el territorio palestino y bombardean un día si y el otro también a ese pobre pueblo. Igual pasa con esos judíos que están detrás de la guerra de Ucrania. Sorprendente también es la actitud del pueblo alemán, que sufrió una destrucción y la muerte de miles de ellos, ahora apoyan con armamento a esa guerra absurda.
Así el mundo y su gente se ha olvidado de las palabras de Jesús, de la solidaridad a sus semejantes, del amor a los animales, el respeto a los árboles, a las plantas y cada día se contamina más y a nombre del progreso se destruye la naturaleza. Poco a poco se van construyendo casas y casas dentro de los bosques y así se acabarán las lluvias y se terminará con el agua y de aquel mundo maravilloso de no hace muchos años, ya no quedará nada.
Morelos es un ejemplo de lo que estamos diciendo, los malos gobernantes, dizque en aras del crecimiento, dieron permisos para construir plazas comerciales, que destruyeron frondosos árboles; ahora tenemos grandes planchas de cemento, y el hermoso clima de Cuernavaca se fue para no volver.