Por Daniel Robles /Gaceta UNAM
Además del desconocimiento sobre los beneficios del sueño, la mayoría de los jóvenes le están restando importancia al proceso de dormir, creen que pueden posponer las horas de descanso porque consideran que es una pérdida de tiempo que se contrapone con la necesidad de trabajar, de estudiar o simplemente irse de fiesta, advirtió Óscar Próspero García, investigador de la Coordinación de Psicobiología y Neurociencias de la Facultad de Medicina.
El especialista destacó que, en todos los casos, el dormir debe considerarse como una inversión que está directamente relacionada con nuestra buena salud; las primeras consecuencias de no dormir están en el deterioro de los procesos cognitivos como lo es el razonamiento, la toma de decisiones y la memoria.
“Dormir bien nos permite tener buen humor, estar atentos y tomar mejores decisiones, mientras que al dormir mal estamos enojados, sensibles, intolerantes, y cometemos errores de juicio que pueden trascender y ser muy graves.”
¿Qué ocurre?
El cerebro se transforma, regresa a un estado que podría llamarse original, que es el óptimo para llevar a cabo todas las funciones, tanto afectivas como intelectuales que nos hacen ser lo que somos, por lo que una de las actividades más importantes que se deben respetar siempre es el horario de dormir, precisó el investigador universitario.
“Mientras dormimos se liberan algunos jugos del cerebro, como a mí me gusta denominarlos, que técnicamente les llaman neurotransmisores, pero también se degradan otros que este órgano no necesita durante la vigilia y por eso en el dormir los degradamos, los quitamos y el cerebro, por decirlo así, se limpia de impurezas mientras estamos dormidos y eso hace que el aparato mental funcione mejor.”
Recordó que algunas de las principales causas que están ocasionando que las personas duerman menos o sufran episodios de insomnio cada vez más críticos tienen que ver con la salud mental, la cual se puede deteriorar en diferentes niveles llegando a tener condiciones psiquiátricas importantes como la ansiedad y la depresión, que afectan el proceso del sueño y de dormir.
Cuando una persona está ansiosa o deprimida, precisó, su dormir se transforma totalmente y entonces entra dentro de un círculo que se retroalimenta; si está deprimida no puede dormir bien y al no hacerlo se deprime más o mantiene su depresión, y lo mismo sucede con la ansiedad y otros trastornos, que la psiquiatría considera y que si no son tratados adecuadamente hay un problema de cognición, de toma de decisiones, de memorización y de falta de atención que se puede prolongar toda la vida.
Psicoeducación
Próspero García consideró que una de las herramientas más adecuadas para manejar los trastornos del sueño es la psicoeducación, que es el proceso de educar e informar a las personas que sufren un trastorno psicológico acerca de su enfermedad y cómo manejarla. “Psicoeducar a la gente no es nada más informar, sino darle la evidencia suficiente para que cambie su manera de pensar, tratando de que su sistema mental se modifique para que la toma de decisiones sea más efectiva”.
El primer paso, insistió, es dar los suficientes argumentos para que a las personas les quede claro que dormir es necesario, y no es ninguna pérdida de tiempo, que hay que respetar los horarios de sueño, porque eso también está genéticamente determinado. Debemos entender que hay gente que se duerme tarde porque tiene variantes en sus genes que la hacen dormirse más tarde, y viceversa. No se puede ir en contra de la genética y la naturaleza de las personas.
En este proceso de psicoeducación, añadió, debemos tener claro que el cerebro se adapta a un ambiente determinado en el que a cierta hora se apagan las luces, por lo que ponerse a revisar a deshoras cualquier aparato o dispositivo digital con información luminosa va a ir en contra de nuestros genes, y la consecuencia inmediata será el no poder dormir.
Finalmente, el universitario comentó que, los errores más frecuentes que cometemos cuando no podemos dormir y que tenemos que corregir son: revisar el celular y las redes sociales, tratar de avanzar el trabajo o las tareas pendientes en la computadora y encender la televisión para que supuestamente nos arrulle. Para evitar todos esos distractores, es fundamental que la habitación donde dormimos esté libre de cualquier luminosidad artificial, pues va en contra de lo que necesita el cerebro, que es descansar.