Por Miguel Ángel Alarcón Urbán 

De 1994 y hasta el año 2000, el Partido Revolucionario Institucional tuvo en Jorge Carrillo Olea, Jorge Morales Barud y Jorge Arturo García Rubí a los últimos representantes de un gobierno que vivió el hartazgo social por los resultados de sus antecesores y del cuestionado desempeño en cuanto al plano de seguridad, en el caso del militar retirado.

Fueron casi cuatro años de la gestión de Carrillo Olea, donde se dieron los primeros visos de un posible relevo gubernamental, lo cual se concretó al concluir el ultimo día de un gobierno priista en plena agonía. Esta parte de la historia del estado de Morelos, nos permite percibir el papel que tuvo Jorge Carrillo Olea, quien por el fenómeno del secuestro y sin que la federación apoyara en su atención, fue objeto de persecución política de parte del entonces presidente de México, Ernesto Zedillo.

Morales Barud enfrentó con limitaciones el periodo por el que fue elegido por el Congreso local como gobernador sustituto; realizo su gestión con ajustados recursos, quien sin concretar grandes proyectos, tuvo un honrado manejo de estos y la ejecución de obra pública.

Terminando su gestión, hubo un vacío de casi cinco meses los cuales tocó a Jorge Arturo García Rubí. Ambos mandatarios tuvieron administraciones con tintes de cumplimiento de metas y programas de gobierno, por ello cada uno hizo lo mejor que pudo ante la inminente llegada de la alternancia política, como sucedió finalmente.

Jorge Arturo García Rubí y el Secretario de Gobierno Víctor Manuel Saucedo Perdomo fueron los responsables de entregar el vetusto inmueble del Palacio de Gobierno al nuevo huésped del recinto oficial del Poder Ejecutivo; al ultimo gobernador le tocó encabezar la ceremonia del Grito de Independencia, entregó placas para taxi y puso en marcha diversas obras, destacando su voluntad política, entregando finalmente el poder al primer mandatario estatal del Partido Acción Nacional, Sergio Alberto Estrada Cajigal Ramírez.

 

Acerca del autor

Abogado originario de Yautepec, apasionado de la historia.

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