Por Verónica Martínez Vielma 

 

La sororidad es una forma cómplice de actuar entre mujeres, para trabajar juntas, y empujar agendas y movimientos sociales de una manera aliada. Por lo tanto; es empatía, acercamiento y amor hacia otras mujeres.

La sororidad siempre ha sido algo intrínseco al feminismo, y en la actualidad hay un resurgimiento del movimiento. Esta lucha nace como proyecto colectivo de las mujeres, para todas las mujeres; pero también para los hombres y para la sociedad en general.

Comportarse con sororidad, es básicamente ayudar a otras mujeres y no juzgarlas por su condición, tener una óptica constructiva de ayuda y empatía. Es el apoyo y la alianza entre las mujeres.

La alianza entre mujeres lo cambia todo; porque es clave para el avance social, respeto, garantía y progresividad de los derechos humanos y así erradicar estructuras de poder que hacen daño a la sociedad.

Es necesario crear conciencia y empatía, alzando la voz y que se entienda lo importante que es la igualdad de salarios, las dobles jornadas que con regularidad realizan las mujeres, ya que el llegar a la casa después del trabajo, no es precisamente a descansar, sino a encargarse de los hijos, de los padres, de un familiar o de un enfermo.

Y en estas labores podemos ayudar todas y todos, no es exclusivo de las mujeres. La culturización es buena cuando se trata de costumbres emblemáticas que resalten por un valor intrínseco, pero cuando somete y segrega, se vuelve violatoria de libertades y derechos.

Recuerda que sororidad, también es ayudar a que otras mujeres asciendan en el plano social, cultural, económico y político. Por ello, se necesita que las mujeres que representan un poder, animen a todas las mujeres a soñar y a cumplir sus sueños y anhelos.

En México y en el mundo, el poder de cambio reside en la palabra, porque con ella podemos explicar, de qué se trata cada concepto que trae arraigado un movimiento social, pero es necesario difundir la idea y maximizar el poder que puede representar.

Pacto entre mujeres es ayudarnos, ser sororas y no ponernos el pie.

 

  • La autora del Artículo de Opinión es actualmente abogada y defensora de derechos humanos.

Por Génesis

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