Por Chema Gálvez
Desde nuestra temprana infancia nos sometemos a una enorme cantidad de situaciones y sucesos, con las herramientas que tenemos a la mano las vamos sorteando formando todo tipo de experiencias. En algunas ocasiones nos hacemos esquivos, en otras sin más remedio las enfrentamos, tragamos saliva, nos tiemblan las piernas, se nos revuelve el estómago, pero se logra sacar el pecho.
Dentro de ciertas situaciones que he vivido, tuve la mala fortuna de llegar a las manos con una persona, habré tenido entre quince o dieciséis años, y resulta chocante decirlo, pero de verdad, agoté cualquier medio pacífico para poder llegar a un buen acuerdo. Honestamente mi contrincante se llevó la peor parte cuando menos en ese incidente, él era miembro de una familia importante por su posición económica y nivel de influencias. Años más tarde lo que para mí no tuvo la mayor importancia, sí la tuvo para él, para mi “enemigo”.
Cierto día siendo mayores, concursando para obtener un proyecto de consultoría, me enteré que el director de la empresa solicitaba una reunión para establecer las necesidades y el alcance del proyecto, éramos finalistas y la empresa mejor posicionada.
Ya calendarizada la reunión mi equipo me comunicó el nombre de la persona con la que me iba a entrevistar, era él, de esto me enteré en la antesala de su oficina, imaginen el resultado, no solo recibí un sinnúmero de descalificaciones sobre la propuesta, sino que además el esfuerzo de casi cuatro meses de preparación se esfumó en diez larguísimos minutos.
Me cuentan que nuestro ídolo americanista tuvo diferencias o algún incidente con el zar de la UIF, el ultrapoderoso Santiago Nieto. Caramba mi Cuauh, ya no es futbol lo que se está jugando, tampoco es un clásico contra las Chivas, no hay tablas de posición, en este partido se juega sin árbitros, cuando se llega a la liguilla y no respetas al público o al equipo contrario cualquier falta se convierte en PENAL.
Aquí no hay tiempos extras y la banca no te ha salido buena, cuando se insulta en el partido te sacan la tarjeta roja, caray tú lo viviste en carne propia. Como capitán del equipo te enteras de todo, tú manejas el vestidor y ahora estás en el ojo del VAR. Octubre no es un mal mes para pedir tu cambio ¿lo pedirás?
En la soledad del vestidor se debe sentir frío, la familia y el amigo se cuelan silenciosos por el túnel del estadio hacia la puerta de atrás. Los equipos contratan profesionales y hasta donde sé no juegan los primos, menos los hermanos, bueno, para que se entienda, ni los masajistas o aguadores son de la familia. Veinte, cien o mil millones…QUE TANTO ES TANTITO.
- El autor del Artículo de Opinión es actualmente Consultor y Conferencista. Fundador de GRC Consultores.