Por Chema Gálvez
Desde mi temprana vida estudiantil, fui un excelente alumno de historia, toda la vida me ha apasionado, de hecho, me sigo considerando un alumno dedicado, solo que ahora mi maestro exigente es el libro que espera paciente sobre mi buró. Novelas históricas las que se me crucen, desde la historia de los Romanov hasta las intrigas de la corte francesa, haciendo pequeñas pausas con los Médici, historias que me han dejado con mucha información y ganas de investigar, me confieso un compulso observador del comportamiento humano, pero quizá una de las obras que más me ha impactado es Corazón de Piedra Verde, sin duda un libro mágico.
Hace unos días de regreso de la ciudad de México escuché en la radio una entrevista en donde se estaba denunciando el crimen que se está perpetrando en Palacio, no me refiero a Palacio Nacional en donde se gestan otras atrocidades, me refiero al “Palacio Negro de Lecumberri” célebre penitenciaría de principios del s. XIX. Donde estuvieron “distinguidos huéspedes” como: José Revueltas, Alfaro Siqueiros, Heberto Castillo, Pancho Villa y líderes del movimiento del 68 muchos de ellos no tuvieron la suerte de salir vivos, fueron asesinados por las brutales golpizas y torturas a las que fueron sometidos, finalmente sus pesadas puertas cerraron en los años setenta, actualmente el palacio es El Archivo General de la Nación.
La inquietante denuncia radial señaló que se están alterando documentos históricos de valiosísima importancia, hoy nadie tiene acceso a la investigación o lectura del acervo debido a la supuesta digitalización de los documentos, la historia se está tergiversando, especialmente la que nos ha dado por varios siglos identidad. Cuando lo empecé a escuchar manejaba sobre el tramo de Tres Marías y como suele suceder en esta época del año empezó a llover, si bien es típico y común manejar este trayecto con lluvia y niebla el sentimiento de lo que escuchaba era como si se me arrancara de golpe y tajo la historia de mi nación. Si de por sí es aberrante y ofensivo reescribir, borrar o modificar estos documentos, es más trágico el fondo de esta acción. Querer pasar a la historia es válido, pero para eso las acciones se tienen que realizar en el presente, en el hoy, no en el pasado. Cómo se le puede llamar al que ordena cambiar la historia escrita con sangre, sudor, sufrimiento y lágrimas? El poder dicta e impone la historia es un hecho. Será el mensaje mudo de la siniestra mente que ordena tergiversar y justificar los hechos conocidos que nos están sumiendo en esta crisis sin precendentes?.
Sí a la transformación, no la que sustenta la deformación en el…PALACIO DEL TERROR.
- El autor del Artículo de Opinión es Consultor y Conferencista. Fundador de GRC CONSULTORES.