¿Dónde estás Cuernavaca?
Dulce María Velázquez Miranda
“Cuándo los hombres sufren injustamente,
es el sino de aquellos que son testigos de su sufrimiento
avergonzarse de ello”
John Maxwell Coetzee.
Premio Nobel de Literatura 2003
Los hechos violentos ocurridos recientemente Cuernavaca y que se suman al rastro de muerte que no desaparece y por el contrario amplía su margen ante una sociedad que pareciera acostumbrarse ya a observar con naturalidad: ejecuciones en plena vía pública, desde vehículos en movimiento y ya no digamos en bares o en centros comerciales, tiendas de conveniencia, casas habitación, vaya, hasta en funerales.
La continua aparición de cadáveres, cuerpos desmembrados o mujeres asesinadas parece ya no horrorizarnos tanto. Morelos ocupa el primer lugar en feminicidios en el país y Cuernavaca se ubica como una de las ciudades más violentas ¿De qué nos habla todo esto? Evidentemente que del fracaso total en la construcción del bien común por parte de los gobiernos estatales y quizá también de nuestra ausencia ciudadana para demandar seguridad, no como un fin, sino como una condición de vida que nos garantice no solo un ambiente seguro para transitar y convivir, sino que también nos garantice certeza laboral, apoyo real para la actividad económica y productiva que nos genere prosperidad.
La delincuencia ofrece “fuentes de trabajo” a la población y a cambio recibe legitimidad y protección; así ninguna estrategia de combate a la delincuencia va a funcionar, sobre todo porque no existe confianza en las instituciones del Estado para garantizarla, menos aún cuando. Preocupa también que, lleguemos al punto de justificar la jornada violenta porque “es entre delincuentes” “se matan entre ellos” “qué bueno, uno menos” ¿Y nosotros? Quienes abordamos una ruta del transporte hacia el trabajo, o nos encontramos en alguna tienda de conveniencia, en un centro comercial y de pronto somos testigos o víctimas en una balacera “entre ellos”
La situación nos ubica en la disyuntiva de portar armas para defendernos del delincuente o aislarnos, encerrarnos, blindarnos en una franca voluntad de atrincheramiento que nos convierte en rehenes de una situación generada, por la cada vez, más visible desigualdad social, la corrupción, la impunidad y la mediocridad gubernamental. Y ni portar armas, ni aislarnos será la solución al problema, porque la violencia y la inseguridad son reversibles si se establecen las condiciones políticas y sociales adecuadas, no solo con el restablecimiento de lazos sociales (tejido social dicen, solo como frase discursiva sin ninguna idea de lo que representa) sino con la recuperación de la confianza en quienes detentan el poder y la responsabilidad de la administración pública
Como plantea la antropóloga mexicana Elena Azaola, quien ha desarrollado un amplio trabajo de investigación y estudio de grupos vulnerables entre niños, niñas y jóvenes en situación de calle, en su artículo “Las violencias de siempre, la violencia de hoy”, la relación entre las violencias a las que nos hemos acostumbrado tanto en la familia, en la escuela, en el trabajo, dice, y la violencia de hoy, en la que estamos entrampados; es una lamentable sinergia del triángulo de la violencia que diseñó el sociólogo e investigador de la paz, Johan Galtung, para definir la violencia y quien sostiene que: “ si la violencia estructural se institucionaliza y la violencia cultural aumenta, existe el riesgo de que aumente la violencia directa” con esto lidiamos todos los días, y si ya no nos horroriza, debería avergonzarnos. ¿Dónde estás Cuernavaca? Ahora más que nunca, es necesario el retorno ciudadano; para demostrar que no solo somos consumidores de mercancías como ahora son los candidatos en tiempos electorales, ni de marcas como se venden ahora los partidos políticos que no han ofrecido ningún proyecto serio, real y formal para recuperar la seguridad y tranquilidad en la ciudad
- La autora del Artículo de Opinión es Lic. en Comunicación y Gestión Intercultural por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Originaria de Cuernavaca, conductora de radio y televisión, ha colaborado en diversos medios de comunicación locales y también ha trabajado en diferentes áreas de la administración pública municipal y estatal.