Crónica del segundo informe legislativo de la diputada Alejandra Flores 

Por Minerva Delgado

 

El pasado día sábado, la diputada por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Alejandra Flores Espinoza, presentó su 2º informe de Actividades Legislativas y de Gestión en la explanada del Congreso local con claroscuros.

Por obvias razones electorales este año eligió hacer un informe presencial a pesar de los riesgos que representa para ella y quienes asistieron, la pandemia del COVID-19; el año anterior, la legisladora “privilegió” la austeridad y solo envió un mensaje a los ciudadanos a través de sus redes sociales, y el tercer año probablemente nadie se entere de lo que haga en el último periodo como representante popular.

La diputada sería una de las cartas “fuertes” de Morena para el próximo proceso electoral; pero igual como le ocurrió a su compañera de bancada, Ariadna Barrera, en Jiutepec, el aplausómetro no la favoreció, ni siquiera cuando se refirió a las 41 prótesis que donó.

El formato que la morenista escogió para su “rendición” de cuentas no se alejó de aquel que los priistas consolidaron en su momento: banda de viento y chinelos para bailar, como el preámbulo de un destape, que en este caso, ni siquiera se logró.

Eso sí, Flores Espinoza logró convocar al secretario de Educación y los titulares del IEBEM y el Colegio de Bachilleres, así como el alcalde de Jiutepec, Rafael Reyes; también estuvo presente el senador Radamés Salazar (Rada) y el dirigente estatal de su partido, a quienes da lo mismo que los presenten o que no; por lo demás, puro funcionario de segunda y un solo integrante de la sociedad civil; la iniciativa privada estuvo ausente.

Como dicen en el argot político “la caballada estuvo flaca” para alguien que tiene expectativas de encabezar la candidatura de Morena para la capital del Estado.

A través de un video, cuya producción fue lo mejor de éste, Flores Espinoza “rindió cuentas” sobre un trabajo legislativo del que destacó haber presentado 5 iniciativas de nueva ley o reforma, de las cuales, ninguna ha avanzado de comisiones, todas están pendientes y por su naturaleza es probable que ninguna sea aprobada antes de que finalice la legislatura y que, en consecuencia sean desechadas.

Ponderó la celebración del Foro de Educación sobre seguridad para niñas, niños y adolescentes, de cuyos resultados no se tienen noticias aún; la única iniciativa que la diputada presentó y se trasladó al marco normativo fue sobre la prohibición del plástico de un solo uso, la cual se incorporó a la que otras diputadas presentaron en los mismos términos.

Es tal vez la gestión que la diputada llevó a cabo, aprovechando la emergencia sanitaria lo que más la hizo lucir en su informe, con la entrega de cubrebocas, gel y despensas, campañas a favor de la economía local y la distribución de huevo a bajo costo y la donación de cemento para la construcción y prótesis.

En el año, la diputada tuvo momentos políticos importantes en su labor que ni ella ni su equipo quisieron destacar, como la defensa que hizo de la presentación del dictamen por separado de la reforma en materia de violencia política por razón de género, con la que incluso se confrontó con el presidente de la Mesa Directiva y el diputado de su grupo parlamentario Héctor García Chávez, así como el mal recordado presidente de la Comisión de Igualdad de Género, Marcos Zapotitla.

El trabajo y cabildeo que llevó a cabo para empujar la reforma al Código Familiar sobre identidad de género a favor de la comunidad transexual también fue conminado al olvido en el informe, como los múltiples exhortos dirigidos al alcalde de Cuernavaca y con los que Flores Espinoza se ha dedicado a cuestionar sus resultados al frente del gobierno capitalino.

La legisladora Alejandra  Flores ofreció por separado un mensaje político pobre, sin fuerza ni contundencia de alguien perfilado para asumir las riendas de aquello que tanto ha cuestionado.

 

                                           

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