Elecciones, para que sirven 3

Legitimidad

Por Ing. Óscar Sergio Hernández Benítez 

Se ha considerado aquí que nuestra democracia se encuentra, en gran medida, reducida al derecho de los ciudadanos a elegir gobernantes. Esta aseveración que se dice tan rápido y de manera tan sencilla, en la práctica, resulta bastante compleja y problemática: en el primer caso porque no se construyen fácilmente reglas para garantizar ese derecho, tanto de quienes buscan obtener un cargo de elección popular como de los ciudadanos para ejercerlo libremente.

Si no lo cree así, eche tan solo un vistazo a los procesos electorales de las últimas tres décadas en las que seguramente ha oído y visto de todo: desde la integración del padrón electoral, pasando por la paridad de género, la violencia política en contra de las mujeres, hasta el asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio. Y es que la lucha por el poder que se viene acrecentando llega a esos extremos.

Dos son las expectativas a las que se aspira con las elecciones, o dicho de otra manera, las elecciones sirven, en lo particular para: desde el punto de vista de los candidatos participantes, dar legitimidad política a los ganadores  y, desde el punto de los ciudadanos, eficacia en la gestión del bien público, del bien común. Ambas expectativas se encuentran altamente cuestionadas. Platicaremos de la primera.

La legitimidad en el ámbito político tiene que ver con el poder, el poder político. Cuando una persona accede al poder mediante elecciones y fue amplia o mayoritariamente votado, se dice que  es una autoridad legítima, es decir, es razonablemente aceptada y por lo tanto será obedecida por la ciudadanía que haya o no participado en la elección. Sin que ello quiera significar que, en la práctica, será sin problema alguno. De eso hablaremos adelante. La legitimidad, establece un vínculo especial entre el gobernante y los ciudadanos quienes están o se muestran conformes con él por haber ganado cumpliendo las reglas establecidas para ser electo. Dicho así, parecería que es muy fácil comprender el concepto, pero es más complicado de lo que suponemos, porque no solo se trata del binomio gobernante-gobernados, también se considera el binomio gobernante- partidos políticos ( que incluye candidatos y otros actores políticos). Existen, pues, “niveles” o grados de legitimidad desde los cuales analizar la realidad electoral.

Vayamos a casos prácticos. Hay que recordar elecciones que pusieron en tela de juicio la legitimidad política: las de 1988 en las que ganó Carlos Salinas y las de 2006 en las que ganó Felipe Calderón. En el primero caso, luego de la primera ruptura significativa al interior del PRI, tanto Cuauhtémoc Cárdenas como Manuel Clouthier impugnaron la legitimidad del ganador, sobre todo al calor de la clara y polémica razón de estado declarada por Manuel Bartlett de “fraude patriótico” acompañada de la “caída del sistema” (cancelación de anuncio oficial de resultados electorales), vino entonces un largo conflicto postelectoral. En el segundo, la histórica mínima diferencia de votos de 0.58% (PAN 35.89%, PRD-MC-PT 35.31%), entre muchos otros argumentos, llevó a AMLO a declararse presidente legítimo, frente a Felipe Calderón a quien llamó “espurio”, el conflicto postelectoral no se hizo esperar.

La historia ya la conocemos y sin duda podemos diferenciar entre la acción de los actores políticos y la de los ciudadanos. Continuaremos la próxima. Un cordial saludo.

Por Génesis

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