Por Roy Moreno 

Por muchos años, cuando se planteaba un mega proyecto de inversión para cualquier parte del mundo, lo único que importaba era el dinero. Cuánto dinero costaba, cuánto dinero había para pagar sueldos y cuánto dinero iba a generar. Así, a lo largo y ancho del mundo se construyeron, fabricas, minas y demás complejas infraestructuras pagadas por la economía del consumo, que contaminaban, extraían recursos y le generaban mucho dinero a unos cuantos. Hoy en día esto no es tan sencillo. Después de muchos proyectos como estos, la sociedad tiene más información para evaluar su viabilidad y consecuencias. El dinero y los empleos creados ya no es lo único que importa.

En Morelos tenemos un conflicto vigente con uno de estos grandes proyectos: la Minera en Tetlama, que una serie de empresas extranjeras ha querido ejecutar en el municipio de Temixco. En 1992 un geólogo encontró que el Cerro del Jumil estaba lleno de oro y plata. Literal. Tardaron cerca de veinte años en conseguir los permisos necesarios y parecía que el 2012 sería el año que por fin empezarían a explotar el cerro, pero no lograron un Manifiesto de Impacto Ambiental (documento legal que exigen las autoridades).

Dicen los que saben que las razones por las que no les dieron la autorización son, en primer lugar, que la mina necesitaba demasiada agua para trabajar, a costa de las comunidades aledañas que dejarían de tener este preciado recurso. Segundo, el espacio donde se desarrollaría la mina causaría un problema a los aviones que aterrizaran en el aeropuerto Mariano Matamoros que queda cerca; tercero, hay un relleno sanitario que queda también muy cerca y podría causar explosiones por el metano y la actividad minera. Por último, también está muy cerca de Xochicalco, patrimonio de la humanidad UNESCO.

Estas podrían ser razones suficientes para desistir en la búsqueda loca por el oro. Al menos así parecía cuando la empresa extranjera original cedía y le vendía sus derechos de concesión a otra empresa. Pero esta nueva empresa llegó con más ganas de extraer los recursos y menos conciencia sobre los daños ambientales y sociales que puede causar.

En los últimos años, le han invertido mucho dinero a una campaña mediática para ganar la aprobación de la sociedad. En lo personal, se me han acercado un par de conocidos a platicar de las bondades que tendría la mina, y como el nuevo proyecto es mucho más consciente del medio ambiente de lo que creemos. También dicen que han convencido a algunas personas del Comi$ariado de Biene$ Ejidale$ de $an Agu$tin. Sin embargo, no han logrado contestar a estas preguntas básicas, como ¿quién va a proveer de agua a las comunidades alrededor de Tetlama si ellos se la acaban? o ¿cómo van a evitar la contaminación del aire y del subsuelo?

Gracias a Dios, las instituciones han logrado aguantar hasta ahorita y la SEMARNAT no les ha concedido el MIA, porque no han demostrado ser viables. Pero es importante no dormirnos en ese obstáculo. Tenemos que seguir exigiendo como sociedad la protección y buen uso de nuestros recursos.

En Desarrollando Morelos no estamos en contra de los grandes proyectos como éste. Todo lo contrario, que vengan a invertir y crear empleo a nuestro Estado, pero que lo hagan de una manera que no se roben el futuro de nuestra tierra. El dinero que estas empresas extranjeras han gastado en una campaña de imagen pública sería mejor gastado en un mejor diseño del proyecto. Ok, es atractivo extraer el oro. Pero es más importante que las comunidades alrededor del Jumil tengan agua. Por eso es que pedimos transparencia en las actividades empresariales, así como conciencia no sólo económica, sino ambiental y social.

Mientras no tengamos certeza sobre esas intenciones e información clara para tomar las decisiones, no podemos permitir una empresa con intereses privados compre voluntades a diestra y siniestra.

 

El autor del Artículo de Opinión es abogado y Asociado Director de Desarrollando Morelos.

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