Por Manuel Martínez Garrigós 

“La actividad más elevada del espíritu consistiría, tal como lo formuló Rilke en una oportunidad, en crear circunstancias amables para aquello que a veces puede detenerse en nosotros…”. (Byung-Chul Han. Hegel y el poder, p. 46).

Cuánta razón tiene el filósofo de la política, el coreano del sur, que se educó en Alemania, al sostener que no existe nada más importante que hacer cosas “amables” y amable es en el marco de la revocación del mandato de López Obrador, recorrer la entidad y escuchar a mis paisanas y paisanos morelenses.

He recorrido en muchas ocasiones este hermoso Estado, lo hice cuando fungí como auxiliar de uno de los lideres sociales más sólidos en los últimos tiempos: Salgado Brito, después como Presidente Municipal, de pre candidato a Gobernador, también como Diputado y dirigente estatal.

Pero hoy a diferencia de otros recorridos, encuentro a Morelos, “peor que nunca”, el Estado esta destrozado, triste y abandonado, no me he encontrado con un solo rubro de la administración pública donde nuestras paisanas y paisanos hayan tenido un avance considerable, mucho menos presumible.

En el tema de seguridad pública y prevención del delito la gente se siente peor que nunca, en la procuración de justicia, el pueblo reclama el insulso enfrentamiento que provoca Cuauhtémoc Blanco, contra Uriel Carmona, en la administración de justicia, ni hablar, la corrupción de Rubén Jasso está “a flor de piel”, para muestra el caso de las sobrinas del productor de cine internacional: Nico Celis.

En el tema del desarrollo económico y generación de empleo, el pueblo replica que no hay una estrategia para aprovechar la inigualable posición geográfica de Morelos, en relación con la CDMX y los poderosos estados vecinos de la entidad, y que a diferencia de antes cuando la gente se sentía orgullosa de tener la planta de calidad internacional me refiero a la Nissan, la misma ya se va y el que dice gobernarnos no hizo nada para que se quedará.

Pero mención aparte merece el tema de Rubén Jasso y el Tribunal Superior de Justicia de Morelos, por eso regreso a él, que haya sido el Canciller Marcelo Ebrard y no el Gobernador Cuauhtémoc Blanco, el que intervino moral, ética y políticamente para resolver el penoso asunto de corrupción de las niñas que pretendían sustraer a Israel, vuelve a demostrar nítidamente que aquí simplemente no hay gobernabilidad.

Ahora sí parafraseando a un clásico liberal de la historia de México, tropicalizando uno de sus inmortales dichos: “…pobre Morelos tan lejos de Dios y tan cerca de la CDMX…”. Cercanía que solo se aprovecha para demostrar la corrupción y el peor estado de Morelos, en su historia contemporánea.

 

El autor del Artículo de Opinión es abogado litigante y catedrático de la UNAM.

Por Génesis

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