Birán

Por Manuel Martínez Garrigós 

 

“…Se puede hacer “política” (es decir, tratar de influir sobre la distribución del poder entre las distintas configuraciones políticas y dentro de cada una de ellas) como político “ocasional”, como profesión secundaria o como profesión principal, exactamente lo mismo que sucede en la actividad económica. Políticos “ocasionales” lo somos todos nosotros cuando depositamos nuestro voto, aplaudimos o protestamos en una reunión “política” hacemos un discurso político o realizamos cualquier otra manifestación de voluntad de género análogo, y para muchos hombres la política se reduce a esto. Políticos “semiprofesionales” son hoy, por ejemplo, todos esos delegados y directivos de asociaciones políticas…”. (Max Weber. El político y el científico, p. 15).

Hace unos días recibí una invitación vía WhatsApp de mi entrañable amigo Ulises Ruiz, empático como siempre es, me pidió que lo acompañara a la presentación de su libro que intituló: “Por el rescate de México”. Magno evento que se realizó en la UNIVAC, del multifacético Doctor Jorge Arizmendi, pero en la organización se vio la mano profesional del buen César Cruz. Lo primero que se me vino a la mente fue recordar lo importante en la vida pública de los políticos profesionales y no ocasionales, el ex Gobernador de Oaxaca, sin duda alguna se encuentra en la clasificación de los primeros. Hombre: vertebrado, hábil, sagaz, abogado formado y de abolengo familiar, representa los atributos científicos y pragmáticos weberianos.

Pero estando presentes en la citada junta con Ulises Ruiz y César Cruz también recordé cuando hace muchos años y siendo muy joven presidente del PRI, en Cuernavaca, “el genio del mal” me pidió apoyar a Roberto Madrazo para que ganara la dirigencia nacional tricolor y emprender juntos una lucha sin cuartel para democratizar el ya desde entonces vetusto instituto político con base en la ideología de tres de los más grandes ideólogos, pragmáticos, de la política mexicana: Carlos A. Madrazo, Reyes Heroles y Donaldo Colosio. A la invitación correspondí con una gran emoción política, social y programática y ¿cómo no? En esos entonces era un imberbe de veintiún años que luchaba por la representación de los jóvenes y de las bases seccionales del otrora monstro electoral por antonomasia.

La primera gira en busca de la dirigencia nacional de Roberto Madrazo, a Morelos, inició con una atropellada visita a la presidencia del PRI, Morelos, que en esa ocasión apoyó con todo a otra grande de la política nacional Beatriz Paredes. Ese día y después de hacer el trabajo que me encomendó el coordinador, mi gran aliado y hermano Cesar Cruz, me comentó: “muy bien manuelito ahora súbete en la camioneta del próximo presidente de México”. Al subir, Roberto Madrazo me preguntó mi edad y me pidió que por favor buscara a Alejandro Moreno y Federico Madrazo para apuntalar mi proyecto hacía la presidencia municipal de Cuernavaca, Morelos, lo que pasando el fin de semana hice de manera inmediata.

De la reunión en el entonces DF, hoy CDMX, con tan ilustres y prometedores jóvenes, se fortaleció la idea que se culminó hasta mi tercera participación consecutiva ganando abrumadoramente la presidencia de Cuernavaca, Morelos. Pero jamás olvidaré que en la “comida de trabajo” los cuatro jóvenes que compartimos, coincidimos en que el mejor político de ese momento era: Ulises Ruiz, el abogado era nuestra inspiración, ejemplo a seguir, pues se había formado con el operador político, electoral, más grande, mi maestro César Augusto, quien por cierto desde esos ayeres ya nos dispensaba “el derecho de picaporte” en la poderosa secretaria de acción electoral, al que esto escribe y a José Garrigós, los gemelos, lo visitábamos seguido en esa imponente y poderosa oficina para conversar y aprender de nuestro maestro.

En los años que siguieron Ulises Ruiz, continuó siendo solidario a más no poder con un servidor y con los morelenses, particularmente de los que no se me olvidan y me consta: Rosalina Mazarí, Paco Moreno y Víctor Saucedo que por cierto ninguno lo acompañó el viernes pasado, pero esa es otra historia. El oaxaqueño tuvo una notable presentación de su libro, ágil de mente y elocuente en el discurso, sintetizó magistralmente los siete capítulos y fiel a su auténtico estilo con su sarcasmo que lo caracteriza dio y repartió nítidamente la ausencia de resultados y el remedo de político que es Cuauhtémoc Blanco, como Gobernador, de nuestro Morelos y más. Yo por mi lado amable lectora y lector jalo con él, es una decisión de: visión, misión, ideología, solidaridad y eterno agradecimiento, sin más.

° El autor del Artículo de Opinión es actualmente abogado litigante y catedrático de la UNAM.

 

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