Por Verónica Martínez Vielma

La Revolución Mexicana es posiblemente uno de los eventos más importe que ha ocurrido en la historia del país, una lucha representada por una manifestación de enfrentamientos armados con muchos personajes involucrados.

El domingo 20 de noviembre de 1910, desde las seis de la tarde, iniciaba el levantamiento armado convocado por Francisco I Madero para poner fin al gobierno de Porfirio Díaz, y establecer elecciones libres y democráticas.

Ese manifiesto denunciaba los abusos del régimen porfirista y ofrecía, entre otros proyectos, restituir a los campesinos los terrenos que les habían sido arrebatados arbitrariamente.

La apelación al apoyo rural significó que el campesinado se sumara de manera unánime al alzamiento maderista, al igual que los indígenas y los mestizos.

La causa fundamental de la Revolución Mexicana fue el gran movimiento social que transformó la organización del país en casi todos sus aspectos, fue la existencia de enormes haciendas en manos de unas cuantas personas con mentalidad conservadora o reaccionaria.

Al serio problema de la distribución de la tierra, se sumaba la situación de miseria de los campesinos, que estaban prácticamente sometidos al poder de los grandes terratenientes, ya que les regulaba el salario y, a través de las llamadas “tiendas de raya”, les proporcionaba el alimento y el vestido al precio que deseaban.

Pero no solo eso, se permitía a los sectores empresariales la explotación de los obreros, con bajos salarios, largas jornadas de trabajo, nulas prestaciones, trabajo dominical y nocturno; además de la inseguridad e insalubridad de los talleres.

Se considera que la promulgación de la Constitución de 1917 puso fin a la Revolución Mexicana; sin embargo, la lucha se prolongó más tiempo, antes de que el país se estabilizara.

En la actualidad el proceso de pacificación del país continua, el gobierno junto con la sociedad civil tenemos el compromiso de ser proactivos y contribuir desde nuestra trinchera, por un México donde se privilegie el dialogo, la comunicación y la concordia como ejes rectores en la solución de conflictos.

  • La autora del Artículo de Opinión es abogada y defensora de derechos humanos.

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