Birán

Por Manuel Martínez Garrigós 

Casi estoy seguro que es en la que para mi fue su gran obra y con la que se despidió de su notable trabajo intelectual y del mundo terrenal el Filósofo del Derecho, Ronald Dworkin, me refiero al libro que intituló “Justicia para Erizos”, donde escribió sobre esas polémicas que se suscitan apasionadamente, acaloradamente y sin tregua por las rivalidades del deporte en todos los círculos incluyendo el intelectual. Discusiones sobre quien fue mejor Maradona o Pelé, Nadal o Federer, o quien ha sido el futbolista más grande de la historia de la Gran Bretaña: Charlton, Best o Beckham que por cierto creo que fue esta controversia en específico la que calificó de innecesaria el pensador estadounidense.

Pero a propósito del fatídico accidente si amable lectora y lector, uno más de los autonombrados “bikers”, hace unos días y leyendo el esplendido artículo de Jesús Castillo, me enteré de la insulsa por decir lo menos competencia que sostienen estos pilotos por afición, emulando en carreteras mexicanas, a los históricos conductores de motocicleta de pista, el español Marc Márquez, que según “San Google” que no sabe fallar, ha sido ocho veces campeón mundial y el italiano Valentino Rossi su acérrimo rival que ya lo logró hasta en nueve ocasiones, según el práctico buscador de la web.

Pero desafortunadamente es gracias a los imberbes “fans” de los corredores de la Europa Continental, que muchos de los motociclistas irresponsables sostienen fratricidas luchas de velocidad en carreteras del Estado mexicano, poniendo en riesgo su integridad física y lo peor la de los demás. Morelos, nuestra amada entidad tiene a bien recibir la visita constante de cada fin de semana de estos deportistas extremos en muchos de nuestros hermosos municipios, es decir, el peligro inmutable se da en nuestro territorio.

Pero lo que yo pienso es que este tipo de tragedias llenas de irracionalidad, deben de constituirse en el punto de partida e inflexión para que inicie el trabajo real y coordinado entre los funcionarios del gobierno federal, los del estatal y los de los municipios afectados, los momentos de crisis también suelen ser de oportunidad y este puede ser la coyuntura que los lleve a coordinarse también en todos los ámbitos: seguridad pública, prevención del delito, procuración de justicia, desarrollo económico, generación de empleo, salud y combate a la pobreza.

Cambiando radicalmente de tema se fueron dos estimadísimas personas del que esto escribe, primero le tocó el turno al gran Doctor Rodolfo Becerril Straffon, político excelso, buen economista y a quien tuve la gran dicha de tratarlo durante muchos años. El otro que se marchó fue Humberto “el Chato” Martínez, a quien por cariño siempre lo llamé primo, el nativo de la popular Carolina, fue un líder social sin igual, con el que compartí desde hace veinte años: proyectos, luchas, anhelos y sueños; para su familia pido la tan ansiada y aclamada justicia. Para las familias de ambos un fraternal y cariñoso abrazo.

 

  • El autor del Artículo de Opinión es catedrático de la UNAM y abogado litigante.

 

Por Génesis

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