Por la Redacción
Animales y plantas podrían ser portadores de una bacteria que con frecuencia se propaga en hospitales y es causante de provocar la muerte a pacientes que están en terapia intensiva y/o reciben ventilación mecánica.
Se trata de Acinetobacter baumannii, un patógeno bacteriano, afirmó el investigador del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, Santiago Castillo Ramírez, quien estudia su evolución y los genes que la hacen más fuerte.
Él y su equipo trabajan en la conformación de una base de datos con cerca de mil 500 genomas de esta bacteria -que incluye información de 40 países, entre los cuales se encuentran Polonia, Alemania, Brasil, Pakistán, Estados Unidos- y fueron recabados en las últimas cuatro décadas; además, secuenciaron parte de estos genomas. El objetivo es estudiar cómo se realiza la transferencia de genes de resistencia a los antibióticos.
“Encontramos aislados (muestras) de algunos animales que son mascotas (como los perros); de ganado (gallinas y borregos), pero también de animales de vida silvestre. En todos ellos hay genes de resistencia y algunos a antibióticos muy relevantes desde el punto de vista clínico”, dijo.
“Encontramos que intercambian genes de resistencia con otros patógenos nosocomiales relevantes como Klebsiella pneumoniae o Pseudomonas aeruginosa”, explicó el doctor en Ciencias Bioquímicas.
Estos hallazgos fueron publicados en las revistas de salud pública The Lancet Microbe en donde señalan que Acinetobacter baumannii y la resistencia a antibióticos es un problema que debe abordarse desde la salud humana hasta establecer los flujos de transmisión, a partir de los componentes humano, animal y ambiental.
“Hay un concepto: One Health o una salud que es una aproximación interdisciplinaria en la que hay veterinarios, médicos, gente del sector público, y la idea aquí es que la salud del hombre está relacionada con la salud animal y del medio ambiente”, remarcó el experto.
La base de datos se integra a partir de información que hay en repositorios públicos nutridos por centros de investigación, universidades y hospitales de los distintos continentes, que cumplen con estándares de calidad altos e incluyen metadatos como la fuente de donde se obtuvo el aislado, su ubicación geográfica y el hospedero.
“En este caso, tratamos de entender las fuerzas evolutivas y ecológicas que determinan la diseminación de estos genes de resistencia. Una de las preguntas es saber si hay sólo un nicho para Acinetobacter baumannii y ese es el nosocomio, o si realmente esta bacteria puede habitar diferentes nichos.
“A lo mejor son poblaciones separadas, unas se encuentran preferentemente en el nosocomio y otras en el ambiente; o quizá hay mucho flujo génico entre estas poblaciones de tal suerte que prácticamente sería como si fuera una sola población”, expuso Castillo Ramírez.
El investigador universitario señaló que la pandemia por la COVID-19 muestra la importancia de la secuenciación de genomas, en el caso del SARS-CoV-2 fue fundamental para entender su dispersión a nivel nacional y global, y esto se realiza con Acinetobacter baumannii. A partir de este tipo de estudios, agregó, se pueden establecer políticas de salud pública y tomar decisiones.