César Cruz Ortiz: el alma de Acatlipa, el orgullo de Temixco

 

Por Miguel Ángel Alarcón Urban 

 

César Cruz Ortiz, originario de Acatlipa, nació en un tiempo en el que Temixco aún carecía de clínicas y servicios básicos. Desde joven mostró un profundo compromiso con su comunidad, una pasión que lo llevaría a convertirse en uno de los personajes más influyentes y respetados de su tierra. Siempre participativo, solidario y con visión clara, comprendió que para lograr verdaderos avances para Acatlipa era necesario mirar más allá. Intentó trabajar desde Temixco, pero al notar los límites del contexto local, decidió dar un paso firme hacia Cuernavaca, buscando relacionarse, tocar puertas, abrir caminos y traer apoyos concretos para su pueblo.

Su vocación por el servicio lo llevó a integrarse desde temprana edad al Movimiento Juvenil Revolucionario (MJR), donde fue dirigente municipal y posteriormente dirigente estatal. Esa etapa marcó el inicio de una larga trayectoria política y social. En 1985, se convirtió en regidor del Ayuntamiento de Cuernavaca, durante la administración de Juan Salgado Brito. Su capacidad de gestión y su habilidad política lo proyectaron rápidamente al ámbito nacional. Fue delegado en funciones de dirigente de la CNOP en Baja California, secretario de organización de la CROC en Morelos y consejero del Instituto Mexicano del Seguro Social, desde donde impulsó políticas a favor de los trabajadores.

Ocupó una curul como diputado local, tribuna que utilizó para defender causas justas y necesidades sociales. Fue también director general de la Juventud y el Deporte en Morelos, impulsando oportunidades para los jóvenes. Su momento más simbólico llegó cuando fue presidente municipal de Temixco en el trienio 1994-1997, periodo en el que compartió responsabilidades con el padre del autor de esta crónica, siendo parte del último “carro completo” del PRI en Morelos, una época de cohesión, fuerza política y resultados visibles.

A lo largo de su carrera, ocupó diversos cargos de relevancia: fue subdelegado de CAPUFE en las regiones de Monterrey y Sinaloa, oficial mayor del Ayuntamiento de Cuernavaca, subsecretario del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, delegado nacional del partido en seis estados del país, asesor en la Cámara de Senadores y asesor del líder del Congreso en el estado de Guerrero. En cada uno de esos espacios demostró eficacia, conocimiento político y una lealtad firme a sus convicciones.

Pero César Cruz Ortiz no fue solo un político de oficio. También fue empresario. Dueño de una flotilla de camiones en San Antonio, Texas, recientemente viajó para finiquitar su empresa, cerrando un ciclo importante de esfuerzo y trabajo. Hombre de relaciones sólidas, fue amigo cercano del Capitán Jorge Arturo Rodríguez Marie, dueño de Aerolíneas Internacionales y del equipo de fútbol Colibríes de Morelos, hoy desaparecido, pero recordado por los amantes del deporte morelense.

César supo moverse con naturalidad entre el poder político, los sectores populares, el sindicalismo y la iniciativa privada. Siempre mantuvo los pies en la tierra, su corazón en Acatlipa y la voluntad puesta en Temixco. Hombre leal, estratega, conciliador, generoso en el trato y tenaz en la gestión. Muchos gobernadores y líderes confiaron en él porque sabían que era un operador de resultados.

Hoy, su nombre se pronuncia con respeto entre quienes lo conocieron, entre los que trabajaron a su lado o simplemente fueron beneficiarios de su trabajo. César Cruz Ortiz es, sin duda alguna, el hijo predilecto de Temixco. Su legado está hecho de hechos, no de palabras. Su historia es la de un hombre que supo tejer su destino con compromiso, inteligencia y una profunda lealtad a su gente.

Por Génesis

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